martes, 30 de abril de 2013

De Fronteras, carreteras y "atajos"

Vamos con la segunda etapa del viaje, o el camino interminable, o mejor, cómo viajar de 9:45 a.m a 9 p.m sin morir en el intento. De la Península nos quedaba cruzar Navarra y el País Vasco, que bien merecen una visita más detallada, al menos desde mi humilde juicio cunetero, pero kilométrico. Horas después, cruzamos la frontero por Irún, y ahí empieza cuando Limoges cada vezlo ponen más lejos, ay omá, esas estimas del TomTom. Señores lectores, Francia es muy grande. En el sentido más literal y geográfico de la palabra, y también en el más kinestésico. Atravesarla cuesta sangre, sudor, y lágrimas, pero he de reconocer que se han ganado mis respetos. Sus carreteras son maravillosas, aunque a veces te "frían" a peajes, sus estaciones de servicio, buenísimas, las áreas de descanso, aptas para llevarte a la family de picnic :) Entre parada y parada, no dejas de ver bosque, y por bosque no me refiero a las adelfas y demás amigos de los taludes y medianas que tanto conocemos, no, es un bosque de esos densos tipo cuento. Lagos, muchos y preciosos, y pueblos con mucho encanto. Prueba de cómo ponen en valor su patrimonio son los carteles que reproducen el principal atractivo de cada región o villa, por supuesto, con bellos dibujos, y conservando todos uniformidad en su diseño de Sur a Norte (rollo esteta, a tope, again). 
Navarra y sus prados amarillos


 Autovía de montaña en Euskadi
 Nieves de Euskadi
Irúny sus ovejitas rechonchas y pelonchas
 Frontera moment:

 Quick lunch en Baiona, donde empieza lo francés y lo esteta


 Campiña francesa: carreterujas I
 Esto es lo que pasa cuando te hartas de pagar peaje y meter 5
 Parecía que Limoges no llegaba nunca, pero con estas vistas, who cares?
 Y por fin, Limoges: fin de etapa

 Estación de tren de Limoges
 Desayuno del viajero
Bueno chicos, con esto me despido ya desde Bélgica, por lo que ya sabéis que la aventura tuvo final feliz, con llegada a destino. Hasta mañana, y a cuidarse,

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